Javier Barbado / Imagen: Miguel Ángel Escobar. Madrid
Las terapias con medicamentos biológicos, compuestos moleculares capaces de restaurar el funcionamiento normal del sistema inmunitario, compensan sus elevados costes al lograr el doble de remisiones completas que en los enfermos no tratados con ellas, por lo general afectados de enfermedades sistémicas como la artritis reumatoide, la vasculitis, el lupus eritematoso sistémico o la enfermedad inflamatoria intestinal, entre muchas otras, según los datos aportados este miércoles por José María Álvaro-Gracia, coordinador de la Unidad de Terapias Biológicas del Hospital La Princesa de Madrid.
Esta Unidad constituye la primera de sus características en la Comunidad de Madrid; parte de la iniciativa de los profesionales y ha sido inaugurada por el equipo directivo del hospital; la viceconsejera de Asistencia Sanitaria autonómica, Patricia Flores; y el médico emérito del Servicio Madrileño de Salud (Sermas) –e ilustre clínico del propio centro– Pedro Sabando. En el acto de presentación, este último subrayó que, aparte de tratarse de una idea original de sus colegas, la Unidad se distingue porque incumbe a varias especialidades médicas y requiere por ello de su trabajo conjunto y coordinado: “A estos pacientes se les aplica el tratamiento por vía intravenosa en función de su peso corporal” –explicó–, y, al tratarse de fármacos tan caros, lo que no se utiliza para unos se aprovecha en otros gracias a esa labor interdisciplinar, en este caso dirigida a velar por la coste-eficiencia de los recursos hospitalarios.
En su intervención, Álvaro Gracia insistió en que “ninguna otra opción” supera a los biológicos en su capacidad de restablecer la salud del paciente, y aludió a la incapacidad temporal de los enfermos no recuperados como muestra del ahorro que esta clase de tratamientos reporta al Sistema Nacional de Salud como contrapunto de su coste adquisitivo. Asimismo, remarcó la importancia de que el especialista elija el más apropiado para cada paciente, tarea a la que también contribuye el carácter pluridisciplinar de la Unidad, que integra las especialidades de Reumatología, Dermatología, Digestivo, Neurología, Farmacia e incluso Documentación, servicio para el que se debe contar con personal adscrito que elabore una base de datos y contribuya al desarrollo de protocolos de actuación, al análisis de resultados y a su difusión por medio de las publicaciones científicas.
De izq. a dcha.: José María Álvaro-Gracia, Pedro Sabando, Miguel Ángel Andrés Molinero, Patricia Flores, Javier Aspa, Ainhoa Aranguren (del Servicio de Farmacia Hospitalaria), Virginia Meca (del Servicio de Neurología), Javier Pérez-Gisbert (del Servicio de Aparato Digestivo); Guillermo Fernández (de la Unidad de Información Clínico-Asistencial), y Esteban Daudén (del Servicio de Dermatología).
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Con relación a los protocolos –siempre según Álvaro Gracia– se trata de actualizar su uso para los biológicos en las distintas especialidades; definir el objetivo terapéutico y el modo de desintensificar los tratamientos, es decir, disminuir las dosis o alargas los intervalos de administración, y, por último, evaluar la potencial suspensión de la terapia.
Una “tragedia griega”
En tono coloquial y divulgativo, el director médico del hospital, Javier Aspa, dio a conocer la filosofía de la Unidad a partir de algunos símiles tomados de los orígenes grecolatinos de la Medicina occidental. Por eso mencionó a personajes de la mitología griega como Aesclepio y Prometeo o el ilustre orador Pericles, e hizo una curiosa comparación con los agentes implicados en las terapias biológicas: el médico, el enfermo, la industria y el financiador, así como el “coro” de la representación, en este caso el sistema sanitario público. A continuación bautizó como “modelo Princesa” el que rige en la Unidad recién creada del centro, y citó como sus principales fines la búsqueda de objetivos terapéuticos, el trabajo conjunto entre especialidades y la evaluación y auditoría de los trabajos científicos. |